martes, 7 de julio de 2015

Equidad de Genero

 Hoy en día hablar de género resulta de fundamental importancia por su impacto en el desarrollo de hombres y mujeres, en la construcción de sociedades más justas y respetuosas de la dignidad humana.
La historia nos ha dado múltiples muestras de discriminación, especialmente sobre las mujeres, cuyo origen se encuentra en esteriotipos sexuales y culturales. Estos han repercutido de manera determinante en la falta de oportunidades para el desarrollo de las mujeres, así como para mantenerlas expuestas y sujetas a la violencia emocional, económica, sexual y física. Superar estos problemas es una labor que exige atención desde distintos frentes: político, jurídico y, desde luego, cultural y educativo.
Reconocer la igualdad en derechos implica dos condiciones: la igualdad de oportunidades y la creación de condiciones para que  esas oportunidades puedan aprovecharse por igual.
La igualdad de oportunidades de hombres y mujeres no siempre se cumple en la realidad cotidiana; el principio de igualdad entra en contradicción con las creencias sobre lo que debe ser un varón o una mujer, con prácticas muy concretas de exclusión hacia unos y otras, con formas de ejercer el poder, con usos y costumbres de cada cultura. Todo ello afecta de manera directa, y con frecuencia desequilibrada, el ejercicio de derechos y la satisfacción de necesidades, especialmente de las mujeres.
 Algunos autores señalan que al tomar como punto de referencia el sexo de las personas y sus funciones reproductivas, “cada cultura establece un conjunto de prácticas, ideas, discursos y representaciones sociales que atribuyen características específicas a mujeres y hombres”.[1] La mayoría de las veces los significados que se han construido en torno a cada sexo son en detrimento de los derechos de las mujeres.
La equidad significa partir del reconocimiento de que todas las personas somos iguales en dignidad y derechos y, por tanto, que todas deberían tener garantizadas las mismas oportunidades para orientar su vida en la forma que ellas mismas decidan y estar a salvo de privaciones graves.[2] La equidad de género consiste en garantizar condiciones de igualdad en derechos y oportunidades, para que hombres y mujeres se desarrollen plenamente.
En nuestra Constitución el principio de igualdad ante la ley ha inspirado la formulación de artículos que reconocen derechos en favor de las personas que se encuentran en situaciones especiales o presentan características que los ponen en desventaja frente a la mayoría. Otros artículos, en cambio, protegen a amplios grupos de la sociedad que por distintas razones se encuentran en situaciones de vulnerabilidad; tal es el caso de las mujeres que aún constituyendo la mitad de la población de nuestro país, han visto restringidos varios de sus derechos por décadas. Por sólo mencionar algunos ejemplos, el rezago educativo es más alto en ellas y siguen siendo las principales víctimas de la violencia intrafamiliar.
Los progresos en materia de igualdad de oportunidades más allá de los sexos no siempre dependen de la riqueza de un país, ni del grado de desarrollo humano del mismo, ya que se trata de transformaciones relacionadas con la cultura, las creencias y el uso del poder, aunque ciertamente son peores las condiciones para las mujeres en situación de pobreza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario